Los pueblos son vitalidad, cultura, tradición, desarrollo sostenible, alimentación saludable y espacios amplios donde imaginar y crear ideas. Aunque carezcan todavía de muchos servicios y haya trabajo por delante, el mundo rural es mucho más que los puntos negros de falta de acceso a la conectividad, al transporte, a la sanidad o a la educación por falta de centros, farmacias, médicos u oferta de ocio.
Estos lugares que nos han visto crecer están llenos de vida y de rincones que recorren nuestra historia. Aquí todavía puedes encontrar puertas abiertas donde habitan personas que nos ofrecen verdura o fruta de sus campos y tomar la “fresca con ellas” para hablar, dialogar y escuchar, tres capacidades que, en las ciudades, están en peligro de extinción.
En un país en el que vivimos concentrados en el 20 % del territorio, los pueblos son la palanca del cambio y el crecimiento verde.
Sus habitantes, ahora tienen la oportunidad de encabezar la transición ecológica justa con iniciativas que respeten sus tradiciones a la vez que generen valor con empleo y crecimiento verde.
Los municipios, los protagonistas del cambio
Combatir el desequilibrio demográfico que existe en España y en parte de Europa, también pasa por este papel que pueden y están adquiriendo muchos municipios. Estos protagonistas del cambio, ya están incorporando un nuevo paradigma que camina hacia la descarbonización con un modelo verde que les beneficia. Es el caso de Urriés, un municipio de Aragón, donde van a tener una de las primeras iniciativas de autoconsumo compartido de España o Jasa, también en esa comunidad, con una hoja de ruta definida por un proceso participativo con una figura local. Otros ejemplos los tenemos en Extremadura o Castilla y León, donde en muchas localidades han apostado por las renovables para mitigar la crisis energética y la poblacional. Zamora, León y Palencia lideran la pérdida de población de España.
Estos casos de éxito son extensibles a la ganadería y a la agricultura, dos de los sectores más afectados por el cambio climático que, para sobrevivir, necesitan una adaptación al modelo actual y tienen ahora una salida en la sostenibilidad.
Oportunidades de la transición ecológica justa
Existen grandes trans-formadoras y emprendedores de costumbres y tradiciones que las combinan con innovación y modelos de negocio y vida ecosociales. Con la crisis energética y climática que (mal) vivimos, trasladar el contexto de urgencia para alcanzar alianzas y facilitar, mostrar y aplicar alternativas sostenibles, suponen los primeros pasos para combatir los problemas demográficos.
Dentro de estas dificultades, hay que distinguir entre los problemas derivados de la estructura de edades, provocados por la tardía emancipación y el envejecimiento; a continuación, los que tienen su origen en la movilidad poblacional y, por último, los que se generan por la desigualdad de género, con la segregación ocupacional y la masculinización de los entornos rurales.
Dos de cada tres personas que emigran del campo a la ciudad son mujeres según la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR). Esta descompensación se ha reducido en los puestos de cargo en las explotaciones agrarias y, aunque todavía hay mucho que trabajar en igualdad en este sector, las mujeres ya empiezan a mandar también en el campo. El Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar que en la última década, el 30 % de las explotaciones son de mujeres. De hecho, un estudio demuestra que a dos de cada tres mujeres les atrae la idea de emprender en el mundo rural.
Añadido a este escenario, que urge además independizarse de los combustibles fósiles evitando la pobreza energética, la transición ecológica justa, igualitaria e inclusiva es una oportunidad para el mundo rural.
El impulso de la formación y el empleo verde, la integración de las energías renovables con necesidades del territorio, la eficiencia energética y el acceso a la conectividad y al transporte público, facilitará este salto hacia la sostenibilidad donde nadie puede quedarse atrás.
Un medio rural vivo
Mejorar las políticas de acceso a la vivienda, al empleo y facilitar la conciliación familiar y laboral, son claves para superar los 100 años que llevamos perdiendo población. Junto a esto, devolverles el alma a estos municipios, que en muchas ocasiones se han sentido abandonados y parte de la España Vacía y Vaciada, es otra de las misiones de la Secretaría General para el Reto Demográfico perteneciente al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).
La última convocatoria publicada trabaja en esta dirección, con más de 16 millones para proyectos innovadores de transformación territorial y lucha contra la despoblación. Entidades locales y sin ánimo de lucro y proyectos empresariales, son los destinatarios de estas ayudas.
A estas políticas de cohesión territorial, la Secretaría ha creado una mesa de diálogo social con sindicatos y empresas que abordan las necesidades de los municipios.
Además, para garantizar la incorporación de los pequeños municipios a una recuperación verde, digital, con perspectiva de género e inclusiva, han incluido el Plan de las 130 medidas. Este proyecto contempla que los municipios de menos de 5.000 habitantes tengan ayudas directas tanto para la generación y mejora de la eficiencia energética como para el desarrollo de comunidades energéticas, dos de los ejes fundamentales para acelerar la transición ecológica sostenible.
Revitalizar las alianzas y pasar a la acción
La alianza y la cooperación entre los actores locales, los habitantes y las entidades públicas y privadas, es fundamental para crear proyectos que creen respuestas a las demandas de estos territorios y promover el desarrollo equitativo. Esta es otra de las acciones de la Secretaría para el Reto Demográfico que ha querido descentralizar algunos servicios y repartir las competencias. La “revitalidad desde la Administración” ya ha empezado en Soria, que va a tener los servidores de la Seguridad Social; Teruel, con los centros de innovación de RENFE o en Cuenca, con el Centro de Estudios Penitenciarios.
Ante el Reto Demográfico y la crisis energética, urge acelerar la transición ecológica justa con un modelo sostenible que anteponga a las personas.