En un contexto cambiante, desestabilizado por una pandemia y la invasión de Ucrania, con grandes pérdidas humanas y consecuencias sociales y económicas que ya estamos empezando a percibir, la transición ecológica tiene que ser el Aquiles que nos permita avanzar hacia un nuevo modelo productivo verde, justo e igualitario.

La reciprocidad, redistribución y el intercambio que anticipaba el científico social y filósofo Polanyi, trasladado a un escenario que requiere una recuperación sostenible, son algunas de las direcciones que pueden guiarnos hacia la descarbonización.

Para encontrar camino, es importante que las medidas propuestas por el Gobierno, con el objetivo de minimizar los efectos de la invasión en Ucrania, sean de “pon y quita” y una solución puntual que requiere la economía de guerra dentro de un plan de choque que hay que reforzar como afirman en este artículo investigadores del BC3.

La crisis energética provocada por la invasión de Ucrania y la del clima comparten la solución de prescindir de las fósiles. Actuar ya e independizarnos de los combustibles fósiles con energías renovables más baratas, limpias  y seguras y la eficiencia energética, para obtener la mejor gestión de los recursos, son claves en este proceso de aceleración ecológica que necesitamos.

Hacia la huella de carbono cero

Solo con iniciativas que no protejan el carbono se favorecerá el salto que necesitamos para pasar a un modelo que reduzca los impactos y los riesgos que los efectos del cambio climático están ejerciendo en la salud del planeta y en la nuestra. Encuadrar la neutralidad como solución de estas crisis y posicionarla en las agendas políticas con campañas de comunicación y prensa, facilitará este paso que requiere una alianza entre sociedad civil, gobiernos, empresas, instituciones financieras y organizaciones.

Solo si la bonificación de 20 céntimos por litro a los carburantes es coyuntural y no se alarga más allá del 30 de junio, se avanzará. Insistir en que es temporal y buscar otras alternativas justas y limpias que pasen además de la oferta por la demanda, favorecerán los objetivos exigidos para conseguir neutralidad de carbono.

En este sentido Joaquín Nieto, ex director de la oficina en España de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), indica que el primer paso es acelerar los procesos:

En el contexto de emergencia climática que atravesamos, los impactos energéticos de la guerra sobre el continente europeo aconsejan tomar medidas especiales y coyunturales para mitigar sus efectos económicos y sociales; pero no retrasando, sino acelerando los procesos de transición energética y ecológica para la descarbonización. Esto es lo que permitirá no sólo abaratar los costes energéticos a medio y largo plazo, sino también avanzar hacia economías menos dependientes de los combustibles fósiles a importar, con más empleo y, sobre todo, más resilientes frente al cambio climático.

Creaciones de alianzas

Si logramos no superar los 1’5 C y con una buena gestión de los recursos, el gris de los efectos del cambio climático que amenazan al “bienestar de la humanidad y la salud del planeta”, como advierten los científicos en el informe del IPCC, podría difuminarse.

Carlos Mataix, director de itdUPM y uno de los impulsores del “Manifiesto por una Recuperación Sostenible” señala la importancia de la colaboración entre los diferentes agentes:

Para ser justa y ser acelerada la transición requiere, por un lado, la focalización en grandes desafíos colectivos medibles y estimulantes (como de hecho se está proponiendo en las Misiones Europeas), por otro lado, cambios institucionales que favorezcan una verdadera y generalizada colaboración público-privada-social en el logro de esos desafíos.

La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera ha destacado que España movilizará más de 200.000 millones de euros de inversión en los próximos 10 años para avanzar hacia un futuro más sostenible. De esta cifra el 80% de la inversión corresponde a inversión privada y el resto a la pública. Estos datos siguen demostrando que la colaboración público-privada es una palanca del cambio que tiene que ir unida también a la agilidad burocracia para que las semillas del Plan de Recuperación empiecen a florecer porque, como indicó la ministra, “tenemos ocho años por delante para acelerar la acción y mantener a raya los efectos del cambio climático”.

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