El informe Dasgupta – La urgencia de reorientar nuestra forma de entender el desarrollo económico

“Nosotros, junto con el ganado que consumimos, constituimos el 96% de la masa de todos los mamíferos del planeta. El 4% restante son todos los demás- desde elefantes a tejones, desde alces hasta monos. Y el 70% de las aves vivas en este momento son aves de corral; la mayoría, pollos que comemos. Estamos destrozando la biodiversidad, la característica que hasta ahora ha permitido que el mundo florezca abundantemente. Si continuamos con este daño, todo el ecosistema colapsará. Éste es ahora el riesgo real”.

 

Con datos y afirmaciones como ésta, el pasado 2 de febrero se publicó el informe Dasgupta, el cual pone de manifiesto la importancia de la biodiversidad y la naturaleza para el desarrollo económico y social. Realizado por el profesor de Cambridge Partha Dasgupta, sigue la línea de su predecesor, el informe Stern de Michael Jacobs (2006). Encargado por el Tesoro de Reino Unido, cuenta con más de 600 páginas, y ha tenido una gran acogida tanto a nivel académico como político.

En él se remarca que la naturaleza es un factor productivo como lo pueden ser el trabajo o el capital pero que, sin embargo, siempre lo hemos menospreciado y explotado por encima de sus posibilidades. Como en otros factores productivos, la diversidad es esencial. Ésta aporta la capacidad de responder y adaptarse ante shocks, así como aumenta la productividad y resiliencia. Por tanto, la pérdida de biodiversidad a ritmos alarmantes que estamos observando (se estima que las tasas de extinción de especies son entre 100 y 1000 veces más altas que la tasa natural de los últimos millones de años), preocupa y amenaza a todo el planeta, especialmente a las regiones más pobres.

Uno de los grandes responsables de esta situación es el fracaso institucional. Es muy difícil reflejar el valor de la naturaleza en un sistema de precios, ya que es un factor móvil y genera externalidades. Esta dificultad ha provocado que las instituciones no se responsabilicen y corrijan este fallo del mercado.

El estudio señala que actos como la COP25 y COP 26 proveen una oportunidad importante para enmendar este fracaso e instaurar una nueva línea de acción en la siguiente década.

Dasgupta marca tres líneas principales de trabajo:

  1. Asegurarnos de que no sobrepasamos la oferta natural disponible y trabajar para aumentarla. Algunas de las medidas que propone el autor son: cambiar el sistema alimentario (frenar el desperdicio de comida, utilizar tecnología molecular en los cultivos) o la descarbonización de las economías. También señala que es necesario un cambio en los patrones de consumo y producción de la sociedad.
  2. Cambiar las medidas con las que contabilizamos el resultado económico, para incluir la sostenibilidad. El PIB es un instrumento tradicional usado por los países para realizar su análisis macroeconómico y medir su crecimiento. Sin embargo, sólo es útil en el corto plazo, pues uno de los problemas que presenta es que no tiene en cuenta la depreciación de los factores, entre ellos los naturales. Como consecuencia, nos impulsa a perseguir un crecimiento económico y un desarrollo insostenible. Para solucionar este problema necesitamos instrumentos que corrijan estos fallos, como la riqueza inclusiva, que incluye el capital natural. A día de hoy hay países que ya hacen uso de estos marcos de acción. Por ejemplo, China utiliza el GEP (Gross Ecosystem Product), una medida que ha permitido la inclusión de ecosistemas naturales y recursos naturales artificiales como cultivos o zonas verdes. Aunque sean instrumentos relativamente nuevos y todavía presentan algunos problemas de diseño y medición, los gobiernos y las empresas deberían empezar a utilizarlos.
  3. Por último, la transformación de las instituciones, los sistemas de finanzas y educación. El reporte hace hincapié en la necesidad de acuerdos de instituciones supranacionales para proteger bienes naturales comunes, generalmente transfronterizos, como los océanos o los bosques tropicales. Los sistemas financieros también juegan un rol principal, pues deben asegurarse de conducir la inversión hacia prácticas respetuosas con el medio ambiente y no al contrario. Finalmente, es muy importante trabajar en la conciencia ciudadana mediante el desarrollo y diseño de programas educacionales sobre el medio ambiente.

Este ambicioso estudio aporta evidencias y llama a una acción inmediata por parte de los gobiernos y la sociedad, pues recalca que en el futuro el precio de la inacción será mucho mayor y el daño más difícil de remediar. Su objetivo es poner en la agenda política y social la necesidad de frenar la pérdida de la biodiversidad y reorientar nuestra forma de entender el desarrollo económico.

Puedes encontrar el informe completo aquí.

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